Era como el pájaro que habitaba en tu ventana, pero no se iba aunque tenía la jaula abierta.
Soñaba con volar pero pensaba que quedarse le ayudaría aprender amarse.
A veces era cierto, a veces era tarde.
Alguna que otra noche buscó entre sus sueños alguno que le llenara.
A ratos lo sabia, a ratos se apagaban.
Volvía tristemente amarrarse a la ventana.
La seguridad de tener un hogar le acompañaba, más que la libertad de aprender a volar sin ningún destino.
Sabía que pasaría, sabía que se apagaba.
Así era el pájaro que vivía pegado a tu ventana.
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