26 abril 2018

2

Abro la puerta y es como entrar en un infierno. 
No se escuchan ruidos más que los de mi respiración. 
No quiero entrar en la habitación, y empieza a tener un poco de desorden. 
Igual que mi cabeza.
Me paro frente al espejo y entiendo la realidad. 
Reflexiono, reacciono.
Me lío un cigarro, puede que ya sea el último.
Me engaño a mi misma y ojeo el móvil como si fuese a sonar.
No suena, no existe una llamada.
La imagino en mi mente, y sonrío. 
Ni siquiera sabría que decir.
No lo tengo pensado.
No suena, no existe una llamada.
Dejo de sonreír.
El único sonido que se escucha es un largo pitido.
Que acaba sin respuesta.
Que acaba sin preguntas.
Que acaba, sin más.

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